Artículo

Sabiduría que nos sostiene en tiempos de prueba

“Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor. El hombre de doble ánimo es inconstante en todos sus caminos.”

Santiago 1:5–8

 

Cuando la vida nos recuerda cuán poca sabiduría tenemos

A veces pensamos que la sabiduría es un recurso reservado para las grandes crisis o para resolver dilemas profundos. Sin embargo, la Biblia nos muestra que la necesitamos siempre, aunque nuestra necesidad se hace más evidente cuando las pruebas golpean fuerte.
Santiago conecta este llamado a pedir sabiduría con el versículo anterior, donde habla de no carecer de nada en medio de la aflicción. En otras palabras: las pruebas no solo revelan la calidad de nuestra fe, sino también cuánta sabiduría necesitamos para vivir de manera que honremos a Dios.

El sabio Salomón lo dijo así:

“Sabiduría ante todo; adquiere sabiduría; y sobre todas tus posesiones adquiere inteligencia” (Proverbios 4:7).

La sabiduría bíblica no es una acumulación de datos o teorías. Es, como define Santiago más adelante (3:13), un conocimiento que se traduce en buena conducta y mansedumbre. Es la capacidad de evaluar nuestras circunstancias desde la perspectiva de Dios y tomar decisiones con fe, no con impulsos o criterios meramente humanos.

Reconocer que necesitamos sabiduría es, en realidad, reconocer que necesitamos a Dios. No se trata solo de entender la vida, sino de vivirla en comunión con el Creador, dejándonos guiar por su Palabra.

Dios no se guarda su sabiduría: la da abundantemente

Santiago nos da una instrucción directa:

“…pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada” (Santiago 1:5).

Es un llamado claro a dejar de buscar soluciones en nosotros mismos y acudir al único que puede iluminarnos de verdad. Como dice Proverbios 2:6:

“Porque Jehová da la sabiduría, y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia.”

Pedir implica reconocer que no tenemos algo y que necesitamos que alguien más nos lo dé. Ese acto de humildad es fundamental, porque nuestra naturaleza tiende a la autosuficiencia.

Lo asombroso es cómo da Dios:

  • Abundantemente: sin límites, con generosidad, sin escatimar. Romanos 8:32 nos recuerda que no escatimó ni a su propio Hijo; ¿cómo no nos dará también junto a Él todas las cosas? 
  • Sin reproche: no nos echa en cara nuestra falta, no se cansa de escucharnos pedir, sino que se complace en que dependamos de Él. 

Cuando estamos en medio de una prueba, pedir sabiduría no es un recurso de último momento; debería ser nuestra primera reacción. Dios no solo está dispuesto a responder, sino que se goza cuando lo hacemos.

No basta con pedir: hay que pedir con fe

Santiago continúa con una advertencia:

“Pero pida con fe, no dudando nada…” (Santiago 1:6).

La fe aquí no es simplemente creer que Dios existe, sino vivir en una relación de dependencia y sumisión a Él. No es solo afirmar doctrinas, sino confiar en una Persona: el Señor.
Pedir con fe significa creer que Dios sabe lo que hace, que su respuesta será la mejor, y que su sabiduría es más confiable que nuestro propio entendimiento.

En contraste, el que duda es comparado con una ola del mar, movida y arrastrada por el viento, sin dirección propia. La imagen es potente: la duda de la que habla Santiago no es una inquietud honesta por entender mejor, sino un corazón dividido, un “doble ánimo” que oscila entre confiar en Dios y apoyarse en sí mismo o en el mundo.

El peligro del doble ánimo

El doble ánimo —literalmente “dos almas”— describe a quien intenta servir a Dios y al mundo al mismo tiempo. Vive con un pie en la fe y otro en sus propias prioridades, lo que lo hace inconstante en todos sus caminos.
Elías lanzó un desafío similar en 1 Reyes 18:21:

“¿Hasta cuándo claudicaréis entre dos pensamientos? Si Jehová es Dios, seguidle; y si Baal, id en pos de él.”

La persona de doble ánimo no tendrá estabilidad espiritual. Un día cree, otro no; un día busca a Dios, otro lo olvida. Y Santiago es claro:

“No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor” (Santiago 1:7).

Dios honra la fe sincera y la entrega total, no la búsqueda ocasional cuando ya hemos agotado nuestras soluciones humanas.

La sabiduría que Dios da cambia cómo decidimos

Cuando pensamos en pedir sabiduría, a veces lo imaginamos como recibir una señal clara entre dos opciones. Pero la sabiduría bíblica es más que eso: es discernimiento para elegir lo que glorifica a Dios, aunque no siempre sea lo más cómodo o lo más lógico desde el punto de vista humano.

En medio de una tentación, la sabiduría nos ayuda a decir “no” por amor a Cristo. En una prueba, nos guía a perseverar con gozo, confiando en el carácter de Dios. En una decisión cotidiana, nos mueve a preguntar: ¿Esto refleja mi fe? ¿Honra a mi Señor?

Aplicando Santiago 1:5–8 a nuestra vida

Este pasaje nos desafía y nos consuela. Nos desafía porque nos confronta con nuestra autosuficiencia y nuestro doble ánimo. Nos consuela porque nos asegura que Dios está dispuesto a llenarnos de su sabiduría, si acudimos a Él con fe sincera.

Aquí hay algunas maneras prácticas de vivir esta enseñanza:

  1. Orá por sabiduría todos los días
    No esperes a estar en crisis para pedirla. Hacé de esto un hábito diario: “Señor, guíame hoy para honrarte en cada paso.” 
  2. Decidí con la Palabra como referencia
    Antes de actuar, pregúntate: ¿Esto glorifica a Dios? ¿Refleja mi confianza en Él? 
  3. Reconocé tus límites con humildad
    El sabio no es el que tiene todas las respuestas, sino el que admite cuánto necesita al Señor. 
  4. Rechazá la vida de doble ánimo
    No trates de servir a dos señores. La fe dividida es una fe inestable. 
  5. Acompañá a otros a buscar sabiduría
    Animá a tu familia y hermanos en la fe a pedirla juntos. A veces, la oración en comunidad nos ayuda a sostenernos en medio de las dudas. 
Conclusión: La sabiduría que sostiene nuestra fe

En un mundo que nos empuja a reaccionar rápido, decidir por instinto y depender de nuestros propios recursos, la Palabra nos invita a un camino distinto: reconocer que no sabemos todo, que no podemos solos, y acudir al Dios que da abundantemente y sin reproche.

Pedir sabiduría no es signo de debilidad, sino de madurez espiritual. Es la confesión de que necesitamos su guía más que nuestra autosuficiencia. Es elegir depender del Señor en lugar de oscilar entre Él y el mundo.

Que nuestra oración sea siempre:

“Señor, dame la sabiduría que me sostenga, para caminar en tus caminos, glorificarte en mis decisiones y permanecer firme en la fe.”

DEJA TU COMENTARIO

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

0 %