Lectura: Lucas 4:1-13
Antes de comenzar su ministerio, Jesús tiene un encuentro con Satanás, quién va a intentar por todos los medios posibles que el Señor no cumpla con su misión. En el desierto, el Tentador hace su movida.
Qué tiene Satanás para ofrecerle?
Saciedad: después de que Jesús ayunara 40 días, Satanás quiere convencerlo de que su necesidad pasa por el pan. Y el Señor contesta: la necesidad mayor del hombre no es física, sino espiritual.
Reconocimiento y poder: Satán le ofrece a Jesús todos los reinos de la tierra, a cambio de su adoración. Pero Él, que es el Rey Eterno, y cuyo reino no es de este mundo, le responde: El único digno de adoración es Dios.
Seguridad: El Maligno da un último manotazo intentando hacer que Jesús tiente al Señor, y para hacerlo incluso manipula Las Escrituras. Con La Escritura misma es que Jesús lo rechaza.
Una y otra vez Satanás intenta cuestionar la identidad de Jesús, diciéndole: si eres el Hijo de Dios, haz esto, o aquello. Pero Jesús, lleno del Espíritu Santo, tiene una misión qué cumplir y nada podrá desviarlo de ella. Jesús es el Hijo de Dios, y nosotros necesitamos conocerle como tal.
PARA PENSAR: ¿Cuestionamos o dudamos de alguna manera (no con nuestras palabras, pero sí quizás con los hechos) quién es Jesús? ¿Nos aferramos a Él, su victoria, su gracia y Su Palabra en el momento de la tentación?